Conversamos con Mercedes Abendaño, creadora de la marca Tierra Amada que, desde 2016, produce exitosamente verduras ecológicas en Pariacoto, Ancash.
¿Cómo nació tu interés por la agricultura ecológica?
A pesar de que no tuve una formación académica orientada hacia este tipo de agricultura, en el camino fui conociendo a personas que usaban técnicas agroecológicas, como la elaboración del biol y compost, orientado a una pequeña agricultura. Fui investigando un poco más del tema, porque vi el efecto y daños que ocasiona el exceso de pesticidas tanto a las personas como al medio ambiente. Me mentalicé y me dije que no me quería dedicar a esto. Pensé que debía existir otra alternativa para producir alimentos que no perjudiquen al ser humano y al medio ambiente. En los años 2014-2015 investigué un poco más y encontré bonitas experiencias de otros países. Encontré referencias importantes como la Dra. Felipe, y el Ing. Luis Gomero. Por todo ello es que decido dedicarme a la agricultura ecológica. También soy hija de agricultores y el amor al campo ya lo tenía de la familia.
¿Anteriormente habías manejado agricultura convencional? ¿de ser así, fue muy difícil migrar a una agricultura ecológica?
En el 2016 decido empezar a producir con técnicas agroecológicas, con el emprendimiento de Tierra Amada, junto con otros 2 amigos. Desde que iniciamos el emprendimiento, siempre hemos manejado una agricultura 100% ecológica hasta el día de hoy. También hemos tenido la experiencia de un manejo de una agricultura convencional a una agricultura ecológica. Esto se dio en los campos de mis padres en Pariacoto. Cuando creció el tema de los frutales hace como 20 años, la gente no conocía mucho del manejo de la manzana, y se guiaba solamente de lo que les decían los vendedores de agroquímicos y fertilizantes.
Con el paso de los años se intensificó el uso de pesticidas, y no de la manera correcta en cuanto a dosis. En unos años se empezó a mostrar un desequilibrio en el ecosistema. Si bien las aplicaciones en manzana no son muy exigentes o tienen poca frecuencia en número de aplicaciones de productos químicos, mi mamá vio sus cultivos de manzana y palto cada año más tristes, y esto era por el estado del suelo, ya que la planta solo recibía lo artificial y momentáneo de los fertilizantes sintéticos.
En el 2017 empezamos a hacer el cambio a agricultura ecológica de manera progresiva. Fue un proceso de transición de 3 años que actualmente está manejado 100% ecológico (en palto). Sí, es un poco complicado el proceso teniendo un ecosistema que ya está contaminado, y sabiendo que los vecinos no aplican las mismas técnicas, pero ya con 2 años trabajándolo de esta manera, las plantas se han recuperado inmensamente. El cambio es notorio y las personas de los alrededores nos preguntan cómo hemos hecho. Es un proceso donde hay que tener mucha paciencia.
¿Cuáles son las prácticas que consideras más importantes para el éxito de la agricultura ecológica?
Para lograr una agricultura agroecológica se tienen que aplicar muchas prácticas en campo, lo que siempre digo es que no hay una sola receta. La agroecología te permite ser creativo, ver la disposición de insumos locales y aplicarlas en campo. Sin embargo, en mi experiencia hay prácticas básicas que sí o sí se deben implementar para hacer una agricultura ecológica. Uno es el manejo de suelos para su recuperación y fertilidad. En este caso se puede aplicar cualquier tipo de abono orgánico que uno disponga. El que más usamos es el Bocashi, el humus y compost.
Otra práctica es incorporar abono semidescompuesto al suelo como lo hacían los antepasados, y que permite mantener viva la fauna del suelo.
Otra de las prácticas importantísimas es el manejo de las plagas y enfermedades, pues nosotros usamos varias técnicas como la elaboración de biocidas. Antes de eso usamos la cola de caballo que ayuda a fortalecer las paredes de la planta. Cuando tenemos problemas de manchas foliares, arañita roja o queresas, aplicamos el caldo sulfocálcico. Es uno de los caldos minerales que sí o sí usamos en la campaña. Pero es importante también realizar la rotación de los biocidas para evitar resistencia de la plaga o la enfermedad. También aplicamos otras prácticas adicionales como la asociación de cultivos (cuando se trabaja con frutales), la rotación de cultivos (siempre que se trabaje con cultivos anuales), y manejar corredores biológicos.
¿Cuáles han sido los principales desafíos que has tenido que afrontar durante este proceso?
Tuvimos que hacer mucho trabajo con los consumidores, pues en el 2016 cuando recién iniciamos se escuchaba muy poco sobre lo que es un producto ecológico.
Entonces empezamos a concientizar a las personas, informarles sobre los beneficios que tiene un producto ecológico. Y ahí fue nuestra lucha, la aceptación de un producto nuevo en el mercado, en este caso en Huaraz. El trabajo entonces fue el reconocimiento del esfuerzo y de la demanda mano de obra y su efecto en el precio del producto. Hay productos que demandan mayor esfuerzo como el caso del tomate, que nosotros producimos desde el 2016 ya que es una de las hortalizas con mayor presencia de agroquímicos, y es un cultivo delicado que requiere de mayor esfuerzo. Por ello es uno de los productos que, a comparación del producto convencional, tiene un mayor agregado en el precio. Pero si hacemos la comparación, en un último estudio, se evidencia que los tomates que venden en los grandes mercados no son aptos para el consumo humano, generando peligros para la salud grandísimos. Yo pienso que en el futuro, cuando el ecosistema encuentre el equilibrio y el suelo haya mejorado, entonces nosotros también encontraremos una equidad en el precio para que este sea de mayor acceso a las personas, porque todos tenemos derecho a un producto saludable. Y trabajamos con muchas variedades y especies de cultivos. Hay algunos cultivos que no requieren de tanta inversión especialmente en el manejo de plagas y enfermedades, y que nosotros ponemos al mercado con casi el mismo precio que una cosecha convencional, buscamos ser justos con el precio siempre enfocándonos en la calidad de nuestros productos.
Actualmente muchas personas ya son conscientes de la importancia del cuidado de su salud y del medio ambiente, y eso alegra y motiva mucho. Recordemos que en el Perú el 70% de la agricultura es familiar, y estas familias son quienes alimentan a los peruanos. Y hay un trabajo fuerte que hacer tanto en los productores como en los consumidores, porque entre nosotros nos estamos dañando. El productor a veces por que el consumidor quiere lo más barato, incluso le regatean, sin saber el trabajo que hay atrás, los problemas climáticos los cuales son difíciles de controlar (heladas, cambio climático), en fin todas las dificultades que existen en el campo pero que el consumidor desconoce. Entonces pienso que ese trabajo tiene que hacerse a la par, y al productor hacerle ver que no se puede ofrecer al consumidor un producto que le puede dañar. Se debe buscar este trabajo en conjunto donde el consumidor reconoce el trabajo del productor y el productor ofrece un producto saludable al consumidor. Al final todos dependemos de todos, y pienso que la agricultura ecológica es la agricultura del futuro.
Y en el campo, ¿Qué dificultades han tenido?
¿Qué tanto interés ves en la juventud por trabajar en el campo?
Hay diferentes realidades, me ha tocado ver lugares donde solo ves personas adultas. Acá en Pampas grandes, muchos han migrado de sus zonas a las grandes ciudades a buscar trabajo o estudios, y es comprensible. Este tema es muy complejo pues los pequeños agricultores están olvidados por el Estado. Si sigue surgiendo la agricultura familiar es gracias al trabajo justamente familiar. Lamentablemente todo el esfuerzo está dirigido hacia las grandes agroexportadoras, esa es la realidad y por eso los jóvenes cada vez ven más lejano dedicarse a la agricultura, pues es una de las actividades más sacrificadas.
Estos jóvenes creo que podrían ser el gran cambio, como me ha tocado a mi también. Desde una enseñanza familiar, pues mis padres trabajaban por varios años la agricultura convencional, y fueron perdiendo algunas costumbres antiguas de los abuelos que aplicaban cuando ellos eran jóvenes, por este movimiento de la agricultura convencional, por el facilismo de aplicar un producto y ver los resultados instantáneos,
pero nunca les mostraron la otra cara de los fertilizantes y agroquímicos y su efecto negativo en el largo plazo. Entonces, después de años empezaron a ver a los suelos más pobres, las plantas más tristes, y se dieron cuenta de que algo estaba mal. Fue más sencillo mostrarles otra alternativa y que ellos la aceptaran. Desde 2017 trabajamos los campos de frutales con técnicas agroecológicas. Entonces, yo pienso que ahí está la oportunidad para la juventud. Los hijos de agricultores ven ese amor y pasión por los campos y quieren que no se queden vacíos. Para los jóvenes que se están formando en carreras afines, en ellos está mostrar estas alternativas a los agricultores para que puedan en el futuro tener mayores ingresos. También existe la posibilidad para los profesionales de visibilizar el trabajo que hacen estos agricultores ecológicos, y hacer más viable el tema de la comercialización. Lamentablemente cada vez hay menos jóvenes que metan la mano en campo, y espero que esto cambie, siempre que se les pueda dar herramientas, conocimientos, y la seguridad que su trabajo va a ser recompensado.
6 Comments
Experiencia y entrega para construir nuevas oportunidades en el campo para los jóvenes. La agricultura circular es una buena opción y debemos promoverlo.
Felicitaciones Meche!!!
Esa agricultura se está perdiendo.
Muchas felicidades amiga meche, exitos
Felicidades Mercedes, es una apuesta a largo plazo que encontrá recompensa. Sigue así
Felicidades Mercedes, es una apuesta a largo plazo. Sigue así
Muchas felicidades Mercedes, bien complicado la agricultura ecológica con esfuerzo y dedicación todo es posible.