El uso de semilla de calidad es uno de los principales factores para mejorar la productividad en la agricultura. Los atributos de calidad genética, fisiológica, física y sanitaria de las semillas certificadas, así como su adaptación a las distintas zonas de producción, favorecen la expresión del potencial productivo de los cultivos, lo cual se traduce en mejores rendimientos y calidad de las cosechas. Sin embargo, en la agricultura nacional persiste un bajo índice de uso de semillas certificadas. Según el último Censo Agropecuario (Cenagro 2012), sólo el 12.3% de los productores utiliza semillas y/o plantones certificados: el 52.5% de ellos en la costa, el 29.6% en la sierra y el 17.9% en la selva.
En el año 2000, Perú emitió la Ley N° 27262, Ley General de Semillas, que declara de interés nacional las actividades de obtención, producción, abastecimiento y utilización de semillas de buena calidad.
Esta ley establece las normas para la promoción, facilitación, supervisión y regulación de las actividades relacionadas con la investigación, producción, certificación, acondicionamiento y comercialización de semillas de buena calidad.
De acuerdo con el diagnóstico del Sistema Nacional de Innovación Agraria (SNIA) elaborado por el Consorcio Consultor APOYO – AC Pública (2018), basado en un trabajo de encuesta, una de las principales limitaciones para que los productores incrementen sus ingresos es la baja calidad de las semillas que utilizan. Además, se reconoce la existencia de un mercado informal, del cual cerca del 80% de los pequeños y medianos productores obtienen sus semillas. Asimismo, se indica que los niveles de uso de semilla certificada en el país se mantienen en un promedio nacional del 13%, situación que requiere de una política especial y urgente del Estado que permita contrarrestar esta situación.
El diagnóstico tambien señaló que desde el 2012 al 2018, el arroz fue el cultivo con la tasa de uso de semilla certificada más alta comparada con la de los demás cultivos, llegando a superar en algunos casos el 50% de uso de semilla certificada; permitiéndole alcanzar rendimientos competitivos con relación a los otros países de la región.
Por el lado opuesto está la papa con una tasa de uso de semilla certificada que apenas alcanzó un promedio el 0,3%; siendo uno de los cultivos que posee el menor valor; esta cifra representa 1.9 mil toneladas de una demanda de 646,2 mil toneladas en promedio.
Por otro lado, el maiz amarillo duro ha mantenido una tasa de uso de semilla certificada promedio de 7.8% en las últimas campañas lo que equivale a 556 toneladas para atender una demanada de 7.1 mil toneladas; siendo parte de la demanda cubierta con semilla importada.
El acceso limitado a semillas de calidad y la baja disponibilidad de las mismas, a pesar de contar con un marco legal vigente por más de 20 años, evidencia la necesidad de revisar y actualizar dicha legislación. La fiscalización y certificación de los semilleros a cargo de SENASA es fundamental, pero se presentan desafíos significativos, especialmente para los pequeños agricultores.
La principal limitante para estos agricultores es el cumplimiento del reglamento, que se ve dificultado por la falta de capacitación adecuada.
Para fomentar el apoyo a los futuros productores de semillas, se podrían establecer metas específicas para la certificación de semilleristas. Esto podría ayudar a mitigar problemas recurrentes, como la invalidez de procedimientos por la ausencia de un sello de cargo del agricultor o la falta de validación de la firma digital de un ingeniero colegiado.
Una revisión exhaustiva de la ley y la implementación de programas de capacitación y apoyo técnico adecuados podrían mejorar significativamente el acceso a semillas de calidad. Además, establecer incentivos y metas claras para la certificación de semilleristas puede contribuir a un sistema más eficiente y accesible para todos los actores involucrados.
Fuentes
- Censo Agropecuario 2012.
- Ley general de Semillas. Ley N ° 27262
- Sistema Nacional de Innovación Agraria
- Marco orientador de cultivos campaña agrícola 2021 – 2022, MINAGRI – DGPA.