exceso de pesticidas

Exceso de pesticidas en valles de Lima: capacitación, innovación y conciencia del consumidor

¿Sabes cuántas aplicaciones de pesticidas se realizan en el cultivo de tomate en los valles de Lima?

Un estudio buscó caracterizar el uso de plaguicidas agrícolas entre los agricultores del valle de Chancay-Huaral, identificar los riesgos de intoxicación asociados a su uso, estimar su impacto ambiental y determinar las entidades y mecanismos que influyen en el uso de pesticidas entre estos agricultores, entre otros.

Los resultados son alarmantes: según las recomendaciones técnicas brindadas por asesores técnicos y vendedores de las tiendas de agroquímicos, un agricultor puede usar 27 ingredientes activos que pueden repetirse en 42 plaguicidas aplicados de forma calendarizada durante la campaña. De hecho, la mitad de los agricultores realizaba aplicaciones cada 3 días, y con mezclas de entre 2 y 4 plaguicidas.

Uso en exceso de pesticidas

Esto quiere decir que las aplicaciones se realizan sin mayor evaluación del campo, selección de materias activas y evaluación de factores de resistencia de plagas, y por lo general con una dosis que difiere de las fichas técnicas y sin respetar los periodos de carencia.

Además, la vestimenta de protección utilizada para las aplicaciones era precaria y en un 60% de los casos los niños de la familia participaban en las actividades de aplicación de plaguicidas agrícolas. Incluso, un 31% de los agricultores dijo haberse intoxicado luego de realizar alguna aplicación de pesticidas, y el 55% conocía a otra persona que se había intoxicado. Otros hallazgos preocupantes fueron los hábitos de consumo de bebidas y alimentos durante las aplicaciones, así como la inadecuada eliminación de envases vacíos.

Ello conlleva a un alto impacto ambiental y una baja sostenibilidad social de los horticultores, reflejando también un sistema de innovación desorganizado, débil y poco articulado.

¿Qué factores han conllevado al uso en exceso de pesticidas en algunos valles del Perú?

Si bien el estudio se basó en el valle de Chancay, Huaral, esta problemática existe en muchos valles en el Perú.

Por un lado, como consumidores tenemos altas exigencias en la apariencia del alimento que compramos. Esperamos que las frutas y verduras que consumimos luzcan perfectas y apetitosas, pero desconocemos el impacto que conlleva obtener esta perfección.

Existen alimentos que se venden en mercados y supermercados que, por su elevado nivel de contaminantes químicos, no son aptos para consumo, pero como consumidores no nos damos cuenta y tampoco exigimos un mayor nivel de inocuidad en este sentido. Es necesario, entonces, como sociedad, promover un consumo de alimentos más sostenibles y saludables.

Otro factor clave es la capacitación y extensión al pequeño agricultor. Según último el censo agropecuario, solo un 10% de los agricultores recibió asistencia técnica, dejando a la gran mayoría de la población desatendida. De hecho, el estudio realizado en Chancay también reveló que, aunque conocen al SENASA, no sienten su presencia en cuanto a sus necesidades fitosanitarias. Los agricultores que reciben capacitación suelen obtenerla de municipalidades, empresas privadas u organizaciones no gubernamentales, pero la cobertura es insuficiente para atender las necesidades de todos los productores.

Ello refleja también el respaldo que sienten los agricultores por los vendedores de tiendas de agroquímicos, quienes los visitan hasta cada 2 días, y si bien brindan las recomendaciones del manejo en campo, estas suelen ser sesgadas con un enfoque más comercial que técnico.

Entonces, es crucial aumentar los esfuerzos para proporcionar formación continua y actualizada a los agricultores, enfocándonos en prácticas sostenibles y en el manejo adecuado de insumos agrícolas.

Por último, la falta de un sistema estructurado de innovación en la región limita el potencial de los agricultores para mejorar sus técnicas y aumentar su productividad. 

Para superar esta barrera, es necesario implementar un enfoque integral que promueva la investigación, la educación y la extensión agrícola. La colaboración entre el sector público, privado y la academia es fundamental para desarrollar soluciones innovadoras que respondan a las necesidades específicas de los agricultores locales.

Fuentes:
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