La arveja (Pisum sativum) es un cultivo de alto valor económico y nutricional, con una creciente demanda tanto en el mercado nacional como internacional. En el Perú, se produce principalmente en las regiones del Norte Chico, Sur Chico y los valles interandinos. No obstante, su producción se ve amenazada por diversas plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas. Para enfrentar estos desafíos, la adopción de prácticas agronómicas integradas en el cultivo de arveja, para controlar las principales plagas se presenta como una herramienta clave, no solo para optimizar la productividad, sino también para preservar la salud del cultivo y garantizar su sostenibilidad económica y ambiental.

El pasado 28 de abril realizamos el curso de manejo agronómico de la arveja, dirigido por el Ing. Luis Olórtegui, especialista con más de 20 años de experiencia. Durante la jornada, destacó las principales amenazas del cultivo de arveja: mosca minadora, mosquilla de los brotes, chupadera y moho gris. Frente a estos desafíos, recomendó implementar un manejo integrado orientado a las exigencias del mercado estadounidense, que combine prácticas culturales, biológicas y químicas, con el fin de proteger la sanidad del cultivo y asegurar una producción rentable y sostenible.
En el cultivo de arveja es clave respetar las fechas óptimas de siembra, que van de mediados de mayo a mediados de julio, extendiéndose hasta agosto según el clima y el mercado. Además, se recomienda una buena preparación del terreno, con distanciamiento adecuado entre surcos, correcta orientación de siembra y cuidado con cultivos vecinos para evitar contaminación cruzada.

Mosca minadora
Se recomienda:
- Colocar trampas amarillas, en mantas o estables.
- Aplicaciones de jabón potásico hace que las alas se peguen.
- Aplicaciones de extractos vegetales (ají, soya, neem, etc) o Azufre PS en la zona baja de la planta (tercio inferior) evita que la mosca minadora oviposite.
- Aplicaciones de Abamectina siempre acompañada de un adherente siliconado para mejorar la cobertura y persistencia del producto. Para potenciar la eficacia del tratamiento, se recomienda encapsular la mezcla con aceite agrícola vegetal en la misma proporción.
- Aplicaciones de Cyantraniliprole, de preferencia solo o con un fungicida (NO FOLIARES).

Mosquilla de los brotes
- Espolvoreos de Azufre 93% desde el inicio a una dosis de 75 kg/Ha.
- Aplicaciones foliares de Acetamiprid entre los 15 y 50 días después de la siembra. En caso de observar un incremento considerable en la población de plagas, se recomienda reforzar el tratamiento combinando el Imidacloprid con un piretroide, para potenciar el efecto de choque y mejorar el control.
- Spirotetramat (15% a 45%): Aplicar al inicio o durante la cosecha, ya que su corto período de carencia permite su uso seguro en esta etapa. Para mejorar la cobertura y potenciar el efecto insecticida, puede acompañarse con jabón potásico.
Aunque la mosquilla o caracha representa una plaga difícil de controlar en el cultivo de arveja, es posible reducir su impacto mediante aplicaciones complementarias sin recurrir exclusivamente a pesticidas. Tener en cuenta, que todas la aplicaciones deben realizarse al finalizar la tarde o por la noche, ya que de durante el día la mosquilla se oculta. Estas prácticas contribuyen a disminuir la presión de la plaga y permiten un manejo más sostenible, evitando la dependencia total del control químico. Dentro de estas tenemos:
- Aplicaciones foliares de Zinc + Calcio o Silicio.
- Aplicaciones de Citoquininas + Calcio + Giberelinas para ayudar a crecer y ganar a la plaga.
- Utilización de potenciadores de pesticidas (Pseudomonas fluorescens)
- Las aplicaciones foliares de extracto de ají han demostrado ser efectivas; sin embargo, su manipulación puede resultar incómoda para el agricultor debido a su alta pungencia.

Chupadera
- Realizar una adecuada preparación del terreno que incluya arado, nivelación, gradeo y rayado, seguida de un riego de machaco. Mantener una distancia adecuada entre cuarteles (70 a 80 metros), implementar cortaderas triples y evitar la siembra en zonas bajas o con encharcamiento (“pozos”). Además, se recomienda aplicar riegos moderados para evitar condiciones que predispongan la enfermedad.
- Desinfectar las semillas utilizando captan al 20%, tiabendazol o sulfato de cobre pentahidratado, en una dosis de 200 g o cc por cada bolsa de 25 kg de semilla.
- Aplicar vía drench una solución de Trichoderma spp.para favorecer el control biológico en la zona radicular y fortalecer la sanidad del suelo.


Moho Gris
- Preparación del terreno: adicional a lo señalado previamente se debe eliminar completamente los rastrojos de la campaña anterior. En caso de lloviznas intensas, se recomienda sacudir manualmente las cañas (tutores) para facilitar la caída de los pétalos.
- Uso de desinfectantes: partir de los 30 días después de la siembra (dds), incorporar hipoclorito de sodio a razón de 100 cc por 200 litros de agua en todas las aplicaciones foliares. Esta práctica contribuye a reducir el inóculo presente en los órganos reproductivos de la planta.
Además, se recomienda realizar aplicaciones de lejía (200 cc/200 l de agua) directamente a lo largo de los surcos, especialmente sobre la broza de pétalos caídos, para minimizar focos de infección en el suelo. - Aplicaciones de Fluopyram, Fludioxonil o Bacillus subtilis, mezclados con lejía y 10 a 20 cc de adherente siliconado por cada 200 litros de agua, ajustando la dosis según las condiciones climáticas.
- Azufre PS a razón de 50 a 75 kg/ha, combinado con 2 kg de Bacillus subtilis, para reforzar la acción preventiva.
- Usar sulfato de cobre pentahidratado al 27% a una dosis de 0.5 litros por 200 litros de agua, como fungicida de contacto.
- Asegurar una buena cobertura en cada aplicación, cubriendo completamente toda la planta. Esta práctica, además de mejorar la eficacia del tratamiento, contribuye al control indirecto de oídio.
- Incluir en el programa de manejo nutrientes con Calcio, Boro, Zinc y Citoquininas, ya que fortalecen la planta y ayudan a mitigar los efectos de la enfermedad.

El manejo integrado en el cultivo de arveja permite al productor no solo enfrentar los desafíos del cultivo, sino también optimizar los recursos, reducir el uso indiscriminado de agroquímicos y responder a las exigencias de los mercados. Adoptar esta estrategia es invertir en sostenibilidad, salud del suelo y rentabilidad a largo plazo.
Bibliografía
Fotos:
- Luis Olortegui Garcia.
- Howard F. Schwartz, Colorado State University, Bugwood.org